Conocido comúnmente como ‘La Barceloneta’, el edificio de viviendas Instituto Social de la Marina (Barcelona) fue diseñado en 1951 por José Antonio Coderch de Sentmenat, uno de los arquitectos catalanes que revolucionó la forma de hacer arquitectura en España en los años 50.
Seguramente, esta vivienda colectiva es uno de los proyectos más emblemáticos del arquitecto; una expresión de su visión vanguardista en la que demuestra que es posible crear viviendas sociales de alta calidad. Ciertamente algo difícil de imaginar tomando en cuenta el régimen franquista del momento, que impulsaba en la arquitectura un tradicionalismo extremo.
El edificio se ubica en el barrio pesquero de la Barceloneta, caracterizado por sus manzanas alargadas y estrechas, entre las calles Passeig de Joan Borbó, Carrer de L’Almirall Cervera y Carrer del Mar. Coderch proyecta en este sitio un edificio de 6 plantas que incluyen 12 apartamentos de 72 metros cuadrados, cada uno capaz de albergar hasta seis miembros de una familia.
Resultó ser una encomienda desafiante que lleva a Coderch a experimentar una composición distinta a la ortogonal, permitiéndole así de explorar nuevos programas y usos del espacio. “Con la casa de la Barceloneta, después de la casa Ugalde, creo haber encontrado la buena vía en mi profesión…ambas, buenas o malas, son verdaderamente mías”, explicaría el arquitecto en la publicación dedicada a esta misma obra en 1996.
Siendo miembro del Congreso Internacional de Arquitectos Modernos (CIAM), el arquitecto catalán defendió la ideología racionalista, aunque se distanció de ciertas ideas de Le Corbusier. En sus obras, Coderch pone una especial atención a la arquitectura popular, ofreciendo en sus proyectos espacios habitables mínimos de alta calidad. Además al igual que Josep Lluís Sert, defiende la conservación de la tradición constructiva y artesanal catalana, por lo que el uso de ciertos materiales -como las cerámicas- son recurrentes en sus obras.
A diferencia de la mayoría de los proyectos del movimiento moderno en España, este conjunto de viviendas posee una complejidad geométrica; el arquitecto opta por girar los espacios dentro de la vivienda con el fin de aprovechar al máximo su superficie. Es de esta manera que Coderch dota los espacios internos con quiebres pronunciados y aporta una sensación de amplitud a los espacios reducidos dentro de la vivienda, como la alcoba que posee un espacio mínimo habitable y el área social del apartamento que por su fachada, el espacio se abre hacia afuera.
Frente a las limitaciones de la encargo, el arquitecto propone una solución funcionalista. La distribución espacial y las circulaciones del edificio fueron diseñadas con el fin de experimentar de manera óptima el espacio reducido: Coderch organiza el conjunto con un núcleo de comunicación central, formado por un ascensor y una escalera que permiten el acceso a los dos apartamentos de cada piso. Al entrar a la vivienda, un vestíbulo central distribuye de un lado, al área privada; con tres habitaciones, un baño compartido y un porche en fachada aportando a las habitaciones una buena iluminación y ventilación natural. Por el otro, el área pública posee una cocina, un baño para visitas y una sala/comedor con un ventanal que sobresale sobre la calle.
Asimismo, una lectura diagonal atraviesa el apartamento desde el vestíbulo hasta la sala de estar. La organización espacial del conjunto ha sido reflexionada con el fin de crear estas vistas internas permitiendo aportar una sensación de amplitud al espacio, mientras que la complejidad de su distribución es lo que aporta calidad y enriquece de sobremanera su espacio interior.
Ésta es una solución funcional e innovadora en la que Coderch logra transformar las limitaciones de la encomienda en cualidades espaciales para las viviendas, aportando una armonía entre los espacios, la luz y la materialidad.
- Año: 1951
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Fotografías:Ana Rodríguez